jueves, 7 de febrero de 2013

INTERVENCIÓN DEL MTRO. JORGE LUIS ORTIZ RIVERA


Presentación del Libro Vida No te mueras

 

Jorge Luis Ortiz Rivera

Instituto de Comunicaciones y Filosofía (COMFIL)

Colegio de Imagen Pública

 

 

La vida es un ciclo. Ésa es una realidad que es constatada por todas las culturas que ha habido y que hay en la actualidad. La noche sigue al día y nuevamente regresa la luz a dominar el escenario, la primavera sigue al invierno cada año y mientras que, en algunos lugares, se llora la irremediable partida de un ser querido al mundo del más allá, en otros se festeja el llanto de un nuevo ser que ha llegado a la vida. Lo mismo sucede entre las amistades. Algunas veces, la estafeta se pasa de mano en mano, una y otra vez, entre los amigos. Quien en alguna ocasión es consolado, en otras consolará. Quien es sostenido ahora, mañana sostendrá. Lo que hoy se recibe, mañana se tendrá que dar. Eso es, sin duda, lo que el libro sagrado del Tao te Chin enseña. Y eso se hace presente este día en este evento.

Este campus universitario es mudo testigo de los andares, los trabajos, las alegrías y las angustias que han estado presente desde hace veinte años en la vida, tanto personal, familiar, académica y profesional del Dr. Ramiro Gómez Arzapalo Dorantes, quien hoy presenta a la comunidad el libroVida no te mueras. La muerte en México a través de la artesanía festiva. Es decir, lo que él ha recibido de formación en estos espacios y en aquellos en los que ha seguido sus estudios e investigaciones, ha germinado, a modo de una semilla, en lo oculto de la obscuridad de la tierra fecunda de la reflexión y del estudio personal. Y como tal, rinde hoy su fruto.

No es algo raro en él. Éste no es el primero de sus libros, ni de sus publicaciones, sino que representa la más nueva de sus aportaciones al campo del conocimiento de las humanidades. Entre artículos, conferencias, cursos y libros, Vida no te mueras. La muerte en Mëxico a través de la artesanía festiva, me parece a mí que es una obra de aquel que se sabe conocedor de algo y ve, con la experiencia que la madurez académica otorga, que no es necesario atiborrar al lector con una serie de datos que manifiesten su erudición sobre el tema, sino que puede expresar las ideas en pocas palabras sustanciosas.

He querido utilizar este adjetivo “sustancioso” para referirme a esta obra, porque es común en la gastronomía y en el mundo editorial. En el rubro de la gastronomía, se sabe que los grandes manjares no se comen en demasía, porque suelen indigestar. Los condimentos equilibrados pueden multiplicarse, pero en ese caso, las porciones que se sirven al comensal deben ser mesuradas, pequeñas, de modo tal que las papilas gustativas no se saturen. A mi parecer, estas características deben estar presentes en un buen libro. Y de hecho lo están en el que se presenta el día de hoy.

Para mucho de ustedes es conocida mi inclinación personal hacia las teorías medievales. Por ello, aunque el texto verse sobre antropología cultural, específicamente mexicana, no puedo dejar de hacer referencia, como marco conceptual para entender lo que hay alrededor del libro que se presenta hoy, al filósofo de Aquino, quien delimita con precisión el concepto de sabiduría, y de quien me he inspirado para equiparar la obra del Gómez Arzapalo a un manjar sustancioso que se come en pequeñas porciones.

Pues bien, dice Tomás de Aquino que la sabiduría, entre otras cosas, consiste en “obtener, respecto de lo que se conoce, la mayor certeza posible”.[1] Quienes hemos tenido la suerte de leer ya esta obra, nos damos cuenta que en ella, Gómez Arzapalo, ha conseguido la certeza de cómo se estructura el fenómeno de la muerte en la cosmovisión mexicana.

Pero el aquinate, continúa diciendo que el sabio es illumdicimusmagissapientem in omniscisentia, quipotestassignarecausascuiuslibetquaesisti, et per hoc docere[2]. Es decir, ser capaz de hallar las causas de toda cuestión, que le atañe,  y en consecuencia ser capaz de enseñarla. Vida no te mueras puede ser consultada tanto por aquellos que son expertos en los temas que trata, como por aquellos neófitos que queremos saber más. Y es que la grandeza de un autor radica, no tanto en la originalidad y aciertos de sus teorías, sino en que éstas puedan ser comprendidas para su discusión, por el mayor número de personas. Invito al auditorio a que no tenga miedo de enfrentarse a un texto ininteligible para los diletantes de la materia. Lejos de ser eso este libro. Al contrario, con la experiencia que le dotan sus años de docentes, Ramiro Gómez Arzapalo logra conducir al lector por un mundo que, no por estar cercano a nosotros, por ser parte de la cosmovisión mexicana, nos es, por ello, suficientemente conocido.

Finalmente, para dejar de lado ya a Tomás de Aquino, puedo hacer referencia a la etimología de la palabra que maneja en sus obras. “Sabiduría” deriva de sapere, es decir, de saber. Pero cuidado, saber en sentido de aquello que se capta por el gusto. De ahí que la sabiduría sea capaz de provocar que quien se acerca a ella rumie, regurgite, sabores de lo que se ha aprendido. Más allá de las intenciones académicas que Ramiro haya tenido al realizar este libro, el mismo es un instrumento de meditación ante la inminencia de nuestra propia muerte. Uno mismo, al leerlo, se enfrenta a frases que cribadas de la madeja conceptual, histórica, antropológica, filosófica, hagiográfica, de la que trata el volumen, pueden convertirse en bocados que se saborean a lo largo del día o de varios días.

Al menos a mí me pasó eso. A modo de ejemplo, quiero citar textualmente tres fragmentos que se encuentran en el texto, acuñados magistralmente por Ramiro y que han llamado poderosamente mi atención:

1.- “si es que tenemos alguna esencia, ésta no se yergue como fortaleza impenetrable, sino como vulnerabilidad, fragilidad, fugacidad”. Portentosa llamada de atención a la soberbia humana en que vivimos y que nos hace pensar que nuestra propia existencia no tendrá jamás fin. En estas palabras, Gómez Arzapalo logra captar la atención del lector que ve vulnerada su zona de confort e invitado a reflexionar sobre lo inevitable, su propia muerte.

2.- “Si con lo que sé no puedo vivir, creeré para poder asirme a la existencia”. La prosa, en el texto que se presenta, en ocasiones llega a convertirse en poesía, como queriéndose hermanar con las citas delos poemas de  Machado, Nervo, Netzahualcóyotl que el autor comenta y con la que el mismo Ramiro Gómez Arzapalo Dorantes convierte su ordenador personal en tintero, papel y pluma de ave, elementos clásicos del poeta, para escribir la profundidad filosófica de la meditación sobre la muerte en la exquisita musicalidad de un poema de contenido filosófico que recuerda la intención de Juana de Asbaje  en el Primero Sueño, pero a diferencia de la rima culteranista de Sor Juana, la prosa docente del autor, es asequible a la mayoría de los lectores que se acerquen a ella y permite que se paladee la profundidad de los contenidos expresados allí y que reflejan la riqueza de vivencias que ha experimentado el mismo autor y que comparte con sus lectores.

3. Pero no se vaya a pensar que este esfuerzo por explicar con sencillez un problema tan profundo de la existencia humana, da como resultado la banalidad del conocimiento comunicado en Vida no te mueras. La muerte en Mëxico a través de la artesanía festiva. Muestra de ello la siguiente cita: “nuestrarealidad [es] finita y quebradizaEsta condición finita, no implica un dejo de inutilidad de laexistencia, sino que se valora lo que pueda lograrse en el lapsovital, ante la consciencia de un fin, después del cual, el ámbito deposibilidades cambiará y ya no será plausible la consecución de unproyecto”.  Dice mi tío “ a ver, échate ese trompo a la uña”.

Por otro lado, conocedor del momento que vivimos y que Giovanni Sartori ha denominado como la época del Homo Videns, el texto se ubica en las coordenadas que lo vieron nacer: El siglo XXI. La era de la digitalización. Aprovechándose de ello, Ramiro presenta una excelsa colección de imágenes que sintetizan cada una de ellas, las afirmaciones teóricas que son presentadas al principio del libro. Y el mismo libro sale a la luz en formato digital. Ramiro es pues conocedor del mundo en que se mueve. Su amor a la filosofía y a la antropología no le han extraído de contexto cultural al que pertenece. Y esto es una nueva riqueza de su obra. Un hombre de hoy les habla a hombres de hoy sobre un tema de siempre.

Finalmente. Una explicación. Al principio de mi intervención hablaba de ciclos… Hay un ciclo más que no puedo dejar de hacer patente, porque habla de humildad característica que debe estar presente en todo aquél que pretende, como decía Tomás de Aquino, alcanzar la sabiduría y que, al mismo tiempo, habla de la magnanimidad del autor. EL ciclo se cierra nuevamente…

Porque si algo sé del tema, se lo debo precisamente a Ramiro quien después de haber sido estudiante de primeros semestres en esta casa de estudios en los tiempos en que yo fui presidente de la Sociedad de Alumnos de Filosofía, pasó a ser mi compañero de trabajo y después mi maestro en el posgrado y, finalmente,  presidente del sínodo que me otorgó el grado, pero sobre todo, mi amigo entrañable. Y no importando la diletancia de un servidor, tuvo a bien invitarme a presentar su texto, como si yo fuera un experto en el tema.

Un texto, pues, que se convierte en ejemplo vivo de cómo se pueda aunar, en un solo producto, la profundidad académica, el rigor metodológico de la investigación, la experiencia personal largamente atesorada, la afición al arte en general como son la fotografía, la poesía, la literatura y las tablas que dotan la brega diaria en el aula, donde estos conocimiento se van afinando. Creo que esas son las cinco laves del éxito que le auguro a este libro.



[1][1]Meta., I, 2; No 36
[2]Meta., I, 2; No 39

miércoles, 6 de febrero de 2013

INTERVENCIÓN DE LA MTRA. ALBA PATRICIA HERNÁNDEZ SOC


Presentación del libro ¡Vida, no te mueras!

La muerte en México a través de su artesanía festiva

Autor:

Dr. Ramiro A. Gómez Arzapalo Dorantes

Enero, 2013

 

Alba Patricia Hernández Soc

ENAH/CEICUM

 

La muerte, uno de los temas que más nos intrigan a los humanos, a su alrededor se ha hecho un sinfín de investigaciones que han buscado responder a otro sin fin de preguntas, sin embargo pareciera que la constante es ofrecernos, aunque sea por un momento, la certeza de saber algo sobre ella, algo que nos regrese la tranquilidad de que en nuestro tiempo efímero algo podemos asir, aunque sea en pensamientos un momento tan etéreo como lo es la muerte.

            El libro que hoy presentamos, ¡Vida, no te mueras! La muerte en México a través de su artesanía festiva del Dr. Ramiro A. Gómez Arzapalo Dorantes nos adentra a la concepción tangible que diversas culturas han manifestado sobre la relación que se tiene con la muerte, unas veces de forma tan dolorosa otra tantas con una esperanza de que no todo lo que acaba tiende a desaparecer. Por ejemplo el autor nos brinda un poema por demás sublime de Antonio Machado titulado a Un Olmo Seco, sin citarlo aquí, ya que ese será un espacio que cada uno tendrá que realizar, pareciera que Machado quiso invitarnos a pensar en la vida del ser humano. En una primera parte dice que el olmo ha sido “… hendido por el rayo y en su mitad podrido” como una metáfora hacia las vicisitudes que de una u otra manera llegamos a vivir, pero al final del escrito dice “Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera”, como el espacio donde la esperanza es lo último que no hay que perder. Entonces surgen las interrogantes; ¿A quién le habrá escrito este poema?, ¿a su esposa ya fallecida, a él mismo, a la humanidad, o quizás al Olmo como finitud de la vida?, como este ejemplo, el Dr. Ramiro Gómez nos acerca a un amplio abanico de obras de corte mundial que abordan el tema en cuestión; la muerte.

            Prosiguiendo con la obra del Dr. Gómez Arzapalo, aborda la concepción de la muerte para las culturas mesoamericanas, esos grandes escritos que entre líneas se refleja un dejo de nostalgia pero también la fuerza que acompaña la vida. En especial para los mexicanos la relación que se tiene con ella puede pensarse como de burla, seducción, risa, llanto y esperanza. La muerte que deja de ser infranqueable es un ser cercano y hasta a veces nos genera un poco de lástima, siempre tan sola detenida por el tiempo, a veces se le nombra como la huesuda, la calaca, la fría como el reflejo de aquella relación horizontal que se da entre la vida y la muerte, con una división frágil donde muertos y vivos comparten un mismo espacio; en el cual ambos son protagonistas.

            En esta parte, la obra no ofrece una rica variedad de poesía indígena Nahua; en estos escritos podemos conocer la concepción que tenían las culturas mesoamericanas sobre el tema de la muerte, así por ejemplo cita:

No es verdad que vivimos,

no es verdad que duramos

en la tierra.

¡Yo tengo que dejar las bellas flores,

tengo que ir en busca del sitio del misterio!

Pero por breve tiempo,

hagamos nuestros los hermosos cantos.[i]

 

En este verso corto que el Dr. Ramiro nos presenta podemos ver y sentir la existencia frágil y breve, lo efímero, que en palabras del autor lo resume como “lo fugaz de la vida humana”[ii]. Otro elemento de la literatura nahua, son los Huehuetlahtolli, que son la palabra o consejos de los viejos. Al respecto María José García Quintana, refiere que los Huehuetlahtolli son una “cierta clase de discursos en lengua náhuatl provenientes de la tradición oral y que informantes indígenas proporcionaron a algunos frailes en el siglo XVI. Fray Bernardino de Sahagún, uno de los religiosos que con más ahincó se ocupó en conocer todo cuanto se refiera a las lenguas y culturas nahuas, plasmó el resultado final de sus indagaciones en la obra hoy conocida como Códice Florentino”[iii], estos escritos también son plasmados con la pluma del Dr. Gómez Arzapalo, palabras que hasta la actualidad siguen conformando un pensamiento central en la cosmovisión de los pueblos de ascendencia indígena mesoamericana. El códice Magliabecchiano, es otro documento que también nos informan sobre prácticas y creencias funerarias de diversos personajes como el de un comerciante, de un mancebo o el de un señor principal, todos ellos acompañados de sus respectivas imágenes y explicación.

            Otro aspecto relevante que se menciona el Dr. Gómez Arzapalo es la relación de la muerte con el movimiento del sol, con los hombres y las mujeres. Las mujeres que morían en la guerra o en el primer parto iban hacia la casa del sol, residían en el occidente del cielo en el Cihuatlampa, lugar donde se pone el sol. Por su parte, los hombres muertos en combate acompañaban al sol desde el amanecer hasta el medio día. Me parece prudente la acotación que realiza el autor al citar a Matos Moctezuma acerca de que “algunas de las ideas prehispánicas han continuado en grupos nahuas actuales, mezcladas con elementos del cristianismo”[iv]. Este proceso histórico, social y cultural no sólo lo vemos reflejado en los grupos nahuas, sino a lo largo de Mesoamérica, donde la muerte habita dentro de una matriz cósmica y tiene un espacio relevante para la continuidad de la vida, por ejemplo, con los datos que nos refiere del autor sobre la cultura tarasca, zapoteca o de los mayas.

            En el siguiente apartado El fenómeno de la muerte en el contexto contemporáneo un motivo de celebración, el autor hace una clara distinción entre la muerte biológica y la otra que es el acto de morir el cual es eminentemente cultural, es decir es “un reflejo pleno de la vida más allá de la vida, la muerte es como protección de la vida, una muerte no estática sino activa, es una muerte llena de vida”[v], por lo que morir no implica desaparecer, sino que el muerto sigue perteneciendo a un grupo social, que como bien señala el Dr. Gómez Arzapalo se les sigue llamando como “los del pueblo”, “la gente del pueblo” o “sigue siendo del pueblo aunque esté muerto”.[vi]

            Para comprender un poco más esta relación entre vivos y muertos el autor nos adentra a datos etnográficos de Chilac, Puebla donde la presencia de los muertos comienza desde el 29 de Septiembre acompañados con la devoción a San Miguel Arcángel para terminar hasta el 2 de noviembre. También retoma investigaciones de otros especialistas, entre ellos el de la Dra. Catherine Good quien ha trabajado desde los 70’s en la región del Alto Balsas, Guerrero, los datos que presentan de los muertos es sumamente sugerente al señalar que están en intima relación con el ciclo agrícola del maíz, por lo que ellos son los intermediadores con Dios, los santos católicos, los aires y la Tonantzin para propiciar las lluvias, mientras los vivos tienen que rezar para que el muerto pueda deshacerse de la “deuda” contraída en la tierra, esta deuda se da cuando el ser humano degusta los primeros alimentos del maíz, esta deuda no es comprendida como impagable o interminable, sino que se da entre la alianza del ser humano y el alimento del maíz, esta unión simbólica se entiende y se vive en una matriz de reciprocidad.

            Pero ¿qué sucede con las almas de los muertos olvidadas?, Good refiere que para compensar esta falta se realizan ofrendas el 2 de noviembre para todos los olvidados, de esta manera se condensan en este día la historia del poblado y se anclan para la correspondencia entre este mundo y el otro, esta historia que llamamos acumulativa podríamos equipararlo a la sabia del pueblo que se suman uno a otro, porque quizás dejar de lado a los olvidados es comenzar a borrarse a sí mismos de su propia memoria Si bien los muertos ya no regresan de forma física, sí lo hacen a partir de otro espacios y para ello se les elaboran bellos altares con caminos de cempasúchitl para que no se pierdan, también ricos alimentos ya que el aroma es lo que ellos degustarán, se les llega a poner sus utensilios de trabajo, su bebida preferida como las cervezas, el pulque o la tan popular coca cola, todo lo necesario para recibirlos como lo que son, seres importantes.

            El Dr. Gómez Arzapalo nos adentra a la investigación que realizó en Oaxaca en 1997. Refiere una distinción entre aquellos que han muerto de manera natural y los muertos de manera sorpresiva, en donde entran los accidentados y asesinados, a quienes se les realizan diferentes rituales que los ayude a encausarlos al otro mundo. En este apartado señala el vínculo que hay entre enfermedad, salud y muerte. Las personas que estuvieron alrededor de los fallecidos padecieron del susto, para recobrar su salud efectúan rituales específicos, por lo tanto enfermedad y curación forman parte de un mundo cultural y social.

            Para terminar con la obra, el autor refiere que “el muerto sigue perteneciendo a la sociedad, allá donde está sigue trabajando y tiene hambre, por lo que debe ser alimentado, aunque su alimento pertenezca ya al ámbito de lo etéreo: esencias, olores, sabores, tiene derecho a él, pues trabaja junto con los vivos en el éxito del ciclo agrícola. En todo caso, es una concepción que implica la noción de que sigue siendo necesario mantener un intercambio social entre vivos y muertos”[vii], pero muertos y vivos siguen participando en una matriz, más allá de las concepciones de fatalidad o de desolación, por el contrario para las culturas mesoamericanas esta relación no es fatídica sino de reciprocidad.

            Finalmente en la segunda parte nos muestra un recorrido visual a través de la artesanía en el contexto de la fiesta de muertos en México, ésta es una colección fotográfica extensa sobre las diversas formas de representación de la muerte, ya sea en barro, yeso, alambre, azúcar glas, cartón, madera que con increíble genialidad nos retratan la vida social de los mexicanos, pero sobre todo ese sentido de desparpajo que se tiene sobre la muerte y quizás también de la vida.

            De tal manera que la obra, ¡Vida, no te mueras! La muerte en México a través de su artesanía festiva nos lleva de la mano para acercarnos al tema de la muerte como un palimpsesto donde la imagen y la palabra cobran sentido, para dejarnos en un estado momentáneo de sosiego, sabiendo que aún después de la muerte hay vida.



[i] GARIBAY, Ángel María, Poesía Náhuatl, 3 tomos, México,UNAM, 2000. Citado en GOMEZ ARZAPALO DORANTES, Ramiro, ¡Vida, no te mueras! La muerte en México a través de su artesanía festiva, Edisa, 2012.p. 14.
[ii] GOMEZ ARZAPALO DORANTES, Ramiro, ¡Vida, no te mueras! La muerte en México a través de su artesanía festiva, Edisa, 2012.p. 12.
[iii] GARCIA QUINTANA, María J, Los Huehuetlatolli en el códice Florentino, IIH, UNAM, 1999, p.1, en http://www.ejournal.unam.mx/ecn/ecnahuatl31/ECN03106.pdf
[iv] MATOS MOCTEZUMA, Eduardo, Muerte a filo de obsidiana. Los nahuas frente a la muerte, México, FCE, 2008. p. 149-150. Citado en GOMEZ ARZAPALO DORANTES, Ramiro, ¡Vida, no te mueras! La muerte en México a través de su artesanía festiva, Edisa, 2012.
[v] GOMEZ ARZAPALO DORANTES, Ramiro, ¡Vida, no te mueras! La muerte en México a través de su artesanía festiva, Edisa, 2012.p. 39.
[vi] Ibid.,p.40.
[vii] Ibid.,p.53-54.

martes, 29 de enero de 2013

INTERVENCIÓN DE LA DRA. ALICIA MARÍA JUÁREZ BECERRIL



DRA. ALICIA MARÍA JUÁREZ BECERRIL
IIH-UNAM

(El siguiente texto se deriva del prólogo que la
misma catedrática escribió para el libro presentado)


Es para mi un gusto acompañar a Ramiro Gómez una vez más, en la presentación de otro libro, lo que significa que es un académico productivo y que por ende, nos invita a ser productivos a los demás que participamos en el presente evento académico. Agradezco sinceramente la invitación que recibí de parte de mi colega y amigo, quien fuera mi compañero del Seminario “Organización social y cosmovisiones indígenas” que imparte la Dra. Johanna Broda en el Posgrado -Maestría y Doctorado- en Historia y Etnohistoria de la Escuela Nacional de Antropología e Historia durante los años de 2003 a 2009.
Poco a poco Ramiro Gómez ha ido consolidando un perfil académico en torno a los estudios de la religión, aportando reflexiones sugerentes para el análisis de la religión popular en nuestro país. Sus trabajos dedicados a las manifestaciones culturales, en especial de los grupos subalternos, evidencian un enfoque dinámico y objetivo que permite reflexionar sobre las prácticas religiosas de las sociedades actuales, tal es caso de su obra más reciente de edición internacional: Los santos indígenas: entes divinos populares bajo sospecha oficial (2012a), así como Los santos, mudos predicadores de otra historia (2009a), y otras publicaciones de igual envergadura. Entre ellas podemos mencionar algunos capítulos y artículos, tales como: “Utilidad teórica de un término problemático: la religiosidad popular” (2009b), “Santo señor don Diablo… ruega por nosotros. Resignificación del Diablo como personaje numinoso en un contexto indígena mexicano” (2009); “De Dioses perseguidos a Santos sospechosos. Procesos de reformulación simbólica en la religiosidad popular indígena mexicana” (2011), sin olvidarnos de su tesis de maestría (2004) y doctorado (2008). Todos estos textos nos ofrecen líneas de reflexiones sugerentes acerca las prácticas religiosas, su contexto, así como la manera original y creativa que las comunidades han sabido llevar a cabo para mantenerlas activas, a pesar de los embates de la modernidad y por supuesto, de los grupos dominantes.
El trabajo que ahora nos presenta nuestro autor, gira en torno a la muerte. Si bien esta temática tan compleja e interesante por estudiar, ya ha sido abordada por Ramiro Gómez en otras ocasiones en los escritos: “Relaciones sociales, identidad y cultura en la religiosidad indígena. Interacción social con los muertos entre los nahuas de la región del Balsas en el Estado de Guerrero” (2009b), “Los oficios de la vida y sus ecos en la muerte” (2011); y “El vivo al gozo y el muerto al pozo…donde seguirá gozando. Reflexión cultural en torno a la muerte en México como acontecimiento lleno de vida” (2012b), ahora toma un perfil distinto, más no alejado de la propuesta original, que toma en cuenta las manifestaciones culturales concretizadas en papel, azúcar, yeso o barro.
De esta forma, el tema de la muerte no está desligado de una concepción cultural que depende de la idea que cada sociedad se ha formado en torno a ella. Si bien biológicamente la muerte es el fin de la función de los órganos vitales, culturalmente existen diversas respuestas legítimas y verdaderas que escriben día a día las sociedades. Incluso existe una idea personal, concepción que parte de una época y un contexto histórico determinado, así como de una religión específica y/o experiencias personales. En este sentido es importante no generalizar la concepción en torno a la muerte, ni eludir las particularidades que hace cada grupo social de sus ritos funerarios. Basta con señalar prácticas culturales en torno a la muerte por parte de los pueblos mesoamericanos, actividades enraizadas, con el devenir de los años, en “el costumbre” conformado por la velación –exequias-, el entierro, los rezos, el novenario, el levantamiento de la cruz o de la sombra, y la celebración del cabo de año. Todos estos actos rituales tienen el propósito de encausar el alma del difunto para su descanso, pues en esos momentos, el cadáver no está situado ni como vivo, ni como muerto, es decir, está en un proceso liminal, una fase intermedia en un tiempo y espacio (Van Gennep, 2008).
Bien dicen que la ausencia, no supone el olvido, y el acto de tenerlos presentes se hace tangible en actos, comportamientos y ritos socializados. Uno de ellos es la colocación de las ofrendas a los difuntos el 1 y 2 de noviembre, en donde sobresale el ofrecimiento del olor y el color de los alimentos, de las flores o del copal. En “la venida de los muertos” existe un sistema de jerarquías, pues los “nuevos” –que tienen apenas un año de fallecimiento- no gozarán del aroma y la fragancia de los platillos, pues tan sólo se remiten a cargar lo de las otras almas (cfr. Avila, 2012). Igualmente el significado de una “muerte natural” (deceso provocado por la vejez o alguna enfermedad ordinaria) no es similar a una “muerte accidental”, ambas conllevan rituales mortuorios diferentes para encaminar las almas de los difuntos.
Si bien todos estos actos reflejan una solemnidad, en contraparte existen otras concepciones de la muerte en su expresión más variada. Esto no significa que sea una noción diferente, sino más bien es una concepción integral y holística que permite cierta flexibilidad de ver y acercarse a la muerte.
Por ejemplo, actualmente en algunas comunidades campesinas de tradición mesoamericana (Cfr. Báez y Rodríguez, 2008), los muertos forman parte de un grupo de entidades sagradas que controlan el orden del mundo y al mismo tiempo participan en las actividades sociales de los pueblos, en especial dentro del ciclo agrícola, cumpliendo funciones específicas primordiales, tales como mandar la lluvia, mover la nube y controlar el granizo. Resultan pioneras las investigaciones de Catharine Good (2001, 2004) en la región del Alto Balsas, en Guerrero, donde los muertos siguen estando presentes en los aspectos habituales y domésticos de la vida de los pobladores. Las “almitas” se conciben como “ligeras y veloces”, lo cual las hace movibles y que se encuentren en todas partes.
Los muertos, desde esta concepción, trabajan al igual que las personas vivas, sólo que ellos laboran en dos lugares: aquí entre los vivos y también en el lugar “donde andan”, espacio en donde interactúan con los diversos elementos de la naturaleza, tales como el viento, los manantiales, las nubes, los cerros, la tierra y la semilla. Asimismo se coordinan con “los Santos”, los “Dueños”, los “Señores”, los “Ahuaques”, las “Potencias”, las “Divinidades de la naturaleza” y los “Niñitos o angelitos” (cfr. Juárez Becerril, s.f.), entidades que coadyuvan a resolver los problemas cotidianos de las comunidades.
En este sentido, vale la pena hacernos el cuestionamiento del por qué los muertos tienen una relación tan estrecha con los humanos. Para Good, se debe a un pensamiento nahua de origen mesoamericano, sustentado en la idea de que “nosotros comemos la tierra y la tierra nos come a nosotros” (2004: 166), aludiendo a la deuda que nosotros tenemos que pagar para con la tierra por los mantenimientos –alimentos- recibidos en nuestra vida. Por lo tanto, podemos decir que los mexicanos –no alejados de otras culturas, en su sentido más amplio- vivimos la muerte de una forma polisémica: pues incluye una reciprocidad con los difuntos que crea obligación y participación; igualmente un duelo que conlleva todos los rituales funerarios; y al mismo tiempo, es motivo de ritos y celebraciones festivas. Se trata de un tema que integra dichas nociones en donde hablar de la vida implica hablar de la muerte y viceversa.
Este libro que ahora presentamos, titulado ¡Vida, no te mueras! La muerte en México a través de su artesanía festiva, se centra principalmente es este aspecto humorístico concretizado en decenas de imágenes de la catrina -en su expresión más variada de barro, azúcar o papel- asumiendo distintos roles -profesiones y oficios- que la humanidad ocupa, dejándonos claro una concepción cultural de que el más allá nunca está tan allá, sino continúa en la vida presente.
Para Ramiro Gómez se trata de “un recorrido visual” a través de la artesanía popular mexicana en relación a la muerte dentro del contexto de la celebración del día de muertos. Sin embargo, consideramos también que existe un recorrido literario, pues en una de las partes que componen el presente texto, se privilegia con la iconografía de ciertos códices relativos a los ritos funerarios, la poesía indígena y algunos datos etnográficos para contextualizar el tema de la muerte. Sin embargo, tomando esto como preámbulo, el cuerpo de su obra son realmente las imágenes en su conjunto.
Resultan hasta cierto punto divertido, ver a una catrina como teibolera –“en los purititos huesos”-; sexys cantantes voluptuosas; secretarias sobre las piernas de los jefes; colegialas universitarias; ebrios en las esquinas; y demás imágenes que denotan la contemporaneidad que vivimos. Interesantes son aquéllas que plasman por ejemplo, parejas de novios cadavéricos rumbo al altar; o aquella muerte que es ginecólogo y está en pleno labor de parto, o incluso la señora catrina embarazada, es decir imágenes de “muertes llenas de vida”. Concuerdo con nuestro autor en disfrutar cada una de las imágenes de la catrina, “con gozo estético y respeto intercultural”, puesto que “implica una forma de ver la vida y la muerte” cargados de “riqueza histórica y cultural inmensa”. De esta forma, este libro, nos invita de manera obligada a acercarnos precisamente a esas manos artesanales mexicanas, para conocer de primera mano qué expresan sus obras de arte popular, cultura material que exalta la identidad de una sociedad mexicana.
Esta colección de larga duración se ha nutrido de seis lugares diferentes. Mi recorrido visual, o más bien mi ociosidad y curiosidad detectaron que son 50 imágenes del Mercado de la Ciudadela; 46 del Mercado de la Industrial; 37 piezas del Mercado de Jamaica; 14 del mercado de muertos de la Panamericana; 6 del Mercado de la Pro-Hogar; y 4 del Tianguis Sabatino de San Ángel. Igualmente en estas imágenes de la muerte, nos queda claro que sí existe una distinción de género, si bien encontramos en esta particular colección 93 catrinas masculinas, existen 64 femeninas ataviadas con su pelo largo, su busto firme y ropa mujeril, todas ellas de apariencia joven, considerando la fortuna de morir hermosa y no viendo el ultraje de ser vieja. Y qué decir que la mayoría de éstas se encuentran en la sección de “diversión, entretenimiento, fiesta y picardía” así como “vida cotidiana”, en especial dentro de los ámbitos domésticos propios de su sexo. Existen otras secciones que clasificó nuestro autor, a partir de su material, como “artes y oficios”; “salud”; “religión”; “deportes”; y “revolucionarios”, en donde se hacen presentes, en su mayoría, las catrinas varoniles. Sabemos que esta colección irá creciendo y no pretendo, de ninguna manera inferir con mi estadística -propia de mi formación sociológica-, las futuras adquisiciones mortuorias, al contrario, invitamos a Ramiro Gómez a explorar más tianguis y mercados, haciendo un rico y nutrido repertorio de artesanías.
Así pues, hasta este punto, lanzamos la siguiente interrogante: ¿por qué hacer un recorrido visual?, ¿qué nos quiere mostrar nuestro autor con esta colección de 157 figuritas? Suponemos que la vivencia de la muerte, como habitante del mundo, vecina de los hombres, con cualidades y potencialidades diferentes, pero al fin y al cabo una entidad que tiene muchos disfraces, y que el ingenio mexicano se ha encargado de plasmar en la víspera los primeros días de noviembre.
Las ideas y creencias en torno a la muerte, situación percibida y nutrida culturalmente por parte de los vivos, como lo ejemplifica extraordinariamente este libro, experimenta cambios a lo largo de la historia y con el devenir de las sociedades, siendo un tema inagotable y con distintas ópticas por abordar. Sin duda, este volumen constituye una de esas ópticas para acercarnos al tema, de todas formas no podrá la muerte de mañana, quitarnos lo que hubiéramos escrito hoy sobre ella.


Referencias
Ávila Cortés, Luisa Gabriela

2012 “‘Cumplir con el difunto según el costumbre’: Las prácticas culturales de los rituales funerarios entre los nahuas de Xaltepec de la Sierra Negra de Puebla” , Tesis de Maestría en Antropología Social, IIA, UNAM, Mëxico.


Báez Lourdes y Rodríguez Catalina (coord.)

2008 Morir para vivir en Mesoamérica, Consejo Veracruzano de Arte Popular, INAH, México.


Gómez Arzapalo Dorantes, Ramiro

2004 Mayordomos, santos y rituales en Xalatlaco, estado de México, reproducción cultural en el contexto de la religiosidad popular, Tesis de Maestría en Historia y Etnohistoria, ENAH, México, 2004.
2008 Imágenes de santos en los pueblos de la región de Chalma. Mudos predicadores de otra historia. Tesis de Doctorado en Historia y Etnohistoria, ENAH, México, 2008.
2009a Los santos. Mudos predicadores de otra historia, Editora de Gobierno del Estado de Veracruz, Xalapa.
2009b “Relaciones sociales, identidad y cultura en la religiosidad indígena. Interacción social con los muertos entre los nahuas de la región del Balsas en el Estado de Guerrero”, en Revista UIC –foro multidisciplinario de la Universidad Intercontinental, núm. 11, ene-mar 2009, pp. 46-51.
2011 “Los oficios de la vida y sus ecos en la muerte”, en Revista El Comején, Oaxaca, Segunda Época, num. 3, nov.-dic. 2011, pp. 18-20.
2012a Los santos indígenas: entes divinos populares bajo sospecha oficial. Religiosidad popular campesina en México y procesos sociales implícitos analizados desde la antropología, Editorial Académica Española (EAE), Berlín.
2012b “El vivo al gozo y el muerto al pozo…donde seguirá gozando. Reflexión cultural en torno a la muerte en México como acontecimiento lleno de vida” en Destiempos, Revista de curiosidad cultural, México, año 6, num. 34, ene.-feb. 2012, pp. 57-80.


Good Catherine,

2001 “El ritual y la reproducción de la cultura: ceremonias agrícolas, los muertos y la expresión estética entre los nahuas de Guerrero”, en Cosmovisión, ritual e identidad de los pueblos indígenas de México, Johanna Broda y Félix Báez – Jorge (coord.), FCE., CONACULTA, México, pp. 239 – 297
2004 “Trabajando juntos. Los vivos, los muertos, la tierra y el maíz” en Johanna Broda y Catharine Good (coord.), Historia y vida ceremonial en las comunidades mesoamericanas: los ritos agrícolas, INAH, UNAM, México, pp. 153-176.


Juárez Becerril, Alicia María

s.f. “De santos y divinidades de la naturaleza. La interacción de los especialistas meteorológicos con las entidades sagradas” en Los divinos entre los humanos: imágenes de santos en contextos culturales de ascendencia indígena, Ramiro Alfonso Gómez Arzapalo Dorantes (coord.), Editorial Edisai, México (en prensa).


Van Gennep, Arnold

2008 Los ritos de paso. Alianza editorial, España.








INTERVENCIÓN DEL AUTOR:


UNIVERSIDAD INTERCONTINENTAL
Lunes 28 de enero de 2013
Auditorio Santo Tomás de Aquino, 12:00 hrs.
 
La intención principal de este libro es llevar al lector a un recorrido visual a través de la artesanía popular mexicana en relación a la muerte, en el contexto de la celebración del día de muertos en noviembre. El breve texto que se presenta, servirá de preámbulo a dicho recorrido visual, pero advierto que el texto medular en sí, serán las propias imágenes en su conjunto. Sirvan pues, las siguientes líneas como un intento de justificar la selección de imágenes presentadas, y también para encausar la reflexión de lo que está detrás de ellas, en un sentido profundo, cruzando el umbral de la superficialidad.
Invito al lector a sumergirse en estas imágenes, con gozo estético y respeto intercultural, pues lejos de ser meras curiosidades o rarezas exóticas, implican también una forma de ver la vida y la muerte, que conlleva una riqueza histórica y cultural inmensa. La vida extendida hasta los confines de la muerte, o una muerte que se niega a erradicar la vida, en todo caso son expresiones plásticas de una muerte llena de vida, y recordando el refrán: El vivo al gozo y el muerto al pozo, se puede percibir una realidad social donde el vivo goza, y el muerto -aunque se vaya al pozo- sigue gozando en el más allá de las delicias del más acá.
La forma de asumir este acontecimiento de la muerte específicamente en México contemporáneo es –sin lugar a dudas- festiva. Basta recorrer alguno de los innumerables tianguis que con ocasión de día de muertos pululan por barrios y colonias, para descubrir que ese espíritu festivo se reviste además de los calificativos: despreocupado, irreverente, retador, desfachatado, colorido, sabroso, íntimo y familiar.
Llaman poderosamente la atención las escenas que con mano maestra plasman los artesanos en figuras de barro, azúcar o papel. Se trata de un reflejo pleno de la vida más allá de la vida, la muerte como proyección de la vida, una muerte no estática sino activa, plagada de variedad y posibilidades de acción, en resumen: una muerte llena de vida. Una concepción cultural de la muerte, que ve a ésta como un cambio de status existencial, pero que al fin y al cabo implica la concepción de una línea de continuidad de la existencia mundana y la del más allá, articuladas de tal manera, que ese más allá nunca deja las referencias a esta vida presente.
En estas figuras puede uno encontrar prácticamente todo lo que se hace como humano representado por esqueletos, o bien, por cuerpos carnados con la cabeza descarnada. Todos los oficios están allí: zapatero, barrendero, bombero, voceador, carnicero, herrero, carpintero, cocinero, etc. Y no solamente los oficios, sino también los vicios: fumadores, borrachos, jugadores de maquinitas, prostitutas, drogos, etc.
Si estas imágenes nos cautivan y nos generan empatía es porque nos vemos reflejados en ellas en las actividades cotidianas y en el continuo vaivén de la vida y sus innumerables actividades. Como objetivación de la conciencia abstracta, estas figuras nos hablan de un ser humano que amortigua el golpe del final y la extinción, con una prolongación de la vida conocida y disfrutada hacia los confines de lo venidero en el ámbito del misterio.