Presentación del libro ¡Vida, no te mueras!
La muerte en México a través de su artesanía festiva
Autor:
Dr. Ramiro A. Gómez Arzapalo
Dorantes
Enero, 2013
Alba Patricia Hernández Soc
ENAH/CEICUM
La muerte, uno
de los temas que más nos intrigan a los humanos, a su alrededor se ha hecho un
sinfín de investigaciones que han buscado responder a otro sin fin de
preguntas, sin embargo pareciera que la constante es ofrecernos, aunque sea por
un momento, la certeza de saber algo sobre ella, algo que nos regrese la
tranquilidad de que en nuestro tiempo efímero algo podemos asir, aunque sea en
pensamientos un momento tan etéreo como lo es la muerte.
El libro que hoy presentamos, ¡Vida, no te mueras! La muerte en México a
través de su artesanía festiva del Dr. Ramiro A. Gómez Arzapalo Dorantes
nos adentra a la concepción tangible que diversas culturas han manifestado
sobre la relación que se tiene con la muerte, unas veces de forma tan dolorosa
otra tantas con una esperanza de que no todo lo que acaba tiende a desaparecer.
Por ejemplo el autor nos brinda un poema por demás sublime de Antonio Machado
titulado a Un Olmo Seco, sin citarlo
aquí, ya que ese será un espacio que cada uno tendrá que realizar, pareciera
que Machado quiso invitarnos a pensar en la vida del ser humano. En una primera
parte dice que el olmo ha sido “… hendido por el rayo y en su mitad podrido”
como una metáfora hacia las vicisitudes que de una u otra manera llegamos a
vivir, pero al final del escrito dice “Mi corazón espera también, hacia la luz y
hacia la vida, otro milagro de la primavera”, como el espacio donde la esperanza
es lo último que no hay que perder. Entonces surgen las interrogantes; ¿A quién
le habrá escrito este poema?, ¿a su esposa ya fallecida, a él mismo, a la
humanidad, o quizás al Olmo como finitud de la vida?, como este ejemplo, el Dr.
Ramiro Gómez nos acerca a un amplio abanico de obras de corte mundial que
abordan el tema en cuestión; la muerte.
Prosiguiendo con la obra del Dr.
Gómez Arzapalo, aborda la concepción de la muerte para las culturas
mesoamericanas, esos grandes escritos que entre líneas se refleja un dejo de
nostalgia pero también la fuerza que acompaña la vida. En especial para los
mexicanos la relación que se tiene con ella puede pensarse como de burla,
seducción, risa, llanto y esperanza. La muerte que deja de ser infranqueable es
un ser cercano y hasta a veces nos genera un poco de lástima, siempre tan sola
detenida por el tiempo, a veces se le nombra como la huesuda, la calaca, la
fría como el reflejo de aquella relación horizontal que se da entre la vida y
la muerte, con una división frágil donde muertos y vivos comparten un mismo
espacio; en el cual ambos son protagonistas.
En esta parte, la obra no ofrece una
rica variedad de poesía indígena Nahua; en estos escritos podemos conocer la
concepción que tenían las culturas mesoamericanas sobre el tema de la muerte,
así por ejemplo cita:
No
es verdad que vivimos,
no
es verdad que duramos
en
la tierra.
¡Yo
tengo que dejar las bellas flores,
tengo
que ir en busca del sitio del misterio!
Pero
por breve tiempo,
hagamos
nuestros los hermosos cantos.[i]
En este verso
corto que el Dr. Ramiro nos presenta podemos ver y sentir la existencia frágil
y breve, lo efímero, que en palabras del autor lo resume como “lo fugaz de la
vida humana”[ii].
Otro elemento de la literatura nahua, son los Huehuetlahtolli, que son la
palabra o consejos de los viejos. Al respecto María José García Quintana,
refiere que los Huehuetlahtolli son una “cierta clase de discursos en lengua
náhuatl provenientes de la tradición oral y que informantes indígenas
proporcionaron a algunos frailes en el siglo XVI. Fray Bernardino de Sahagún,
uno de los religiosos que con más ahincó se ocupó en conocer todo cuanto se
refiera a las lenguas y culturas nahuas, plasmó el resultado final de sus
indagaciones en la obra hoy conocida como Códice
Florentino”[iii],
estos escritos también son plasmados con la pluma del Dr. Gómez Arzapalo,
palabras que hasta la actualidad siguen conformando un pensamiento central en
la cosmovisión de los pueblos de ascendencia indígena mesoamericana. El
códice Magliabecchiano, es otro documento que también nos informan sobre
prácticas y creencias funerarias de diversos personajes como el de un
comerciante, de un mancebo o el de un señor principal, todos ellos acompañados
de sus respectivas imágenes y explicación.
Otro aspecto relevante que se
menciona el Dr. Gómez Arzapalo es la relación de la muerte con el movimiento
del sol, con los hombres y las mujeres. Las mujeres que morían en la guerra o en
el primer parto iban hacia la casa del sol, residían en el occidente del cielo
en el Cihuatlampa, lugar donde se pone el sol. Por su parte, los hombres
muertos en combate acompañaban al sol desde el amanecer hasta el medio día. Me
parece prudente la acotación que realiza el autor al citar a Matos Moctezuma
acerca de que “algunas de las ideas prehispánicas han continuado en grupos
nahuas actuales, mezcladas con elementos del cristianismo”[iv].
Este proceso histórico, social y cultural no sólo lo vemos reflejado en los
grupos nahuas, sino a lo largo de Mesoamérica, donde la muerte habita dentro de
una matriz cósmica y tiene un espacio relevante para la continuidad de la vida,
por ejemplo, con los datos que nos refiere del autor sobre la cultura tarasca,
zapoteca o de los mayas.
En el siguiente apartado El fenómeno de la muerte en el contexto
contemporáneo un motivo de celebración, el autor hace una clara distinción
entre la muerte biológica y la otra que es el acto de morir el cual es
eminentemente cultural, es decir es “un reflejo pleno de la vida más allá de la
vida, la muerte es como protección de la vida, una muerte no estática sino
activa, es una muerte llena de vida”[v],
por lo que morir no implica desaparecer, sino que el muerto sigue perteneciendo
a un grupo social, que como bien señala el Dr. Gómez Arzapalo se les sigue
llamando como “los del pueblo”, “la gente del pueblo” o “sigue siendo del pueblo
aunque esté muerto”.[vi]
Para comprender un poco más esta
relación entre vivos y muertos el autor nos adentra a datos etnográficos de
Chilac, Puebla donde la presencia de los muertos comienza desde el 29 de
Septiembre acompañados con la devoción a San Miguel Arcángel para terminar
hasta el 2 de noviembre. También retoma investigaciones de otros especialistas,
entre ellos el de la Dra. Catherine Good quien ha trabajado desde los 70’s en
la región del Alto Balsas, Guerrero, los datos que presentan de los muertos es
sumamente sugerente al señalar que están en intima relación con el ciclo
agrícola del maíz, por lo que ellos son los intermediadores con Dios, los
santos católicos, los aires y la Tonantzin para propiciar las lluvias, mientras
los vivos tienen que rezar para que el muerto pueda deshacerse de la “deuda”
contraída en la tierra, esta deuda se da cuando el ser humano degusta los
primeros alimentos del maíz, esta deuda no es comprendida como impagable o
interminable, sino que se da entre la alianza del ser humano y el alimento del
maíz, esta unión simbólica se entiende y se vive en una matriz de reciprocidad.
Pero ¿qué sucede con las almas de
los muertos olvidadas?, Good refiere que para compensar esta falta se realizan
ofrendas el 2 de noviembre para todos los olvidados, de esta manera se
condensan en este día la historia del poblado y se anclan para la correspondencia
entre este mundo y el otro, esta historia que llamamos acumulativa podríamos equipararlo a la sabia del pueblo que se
suman uno a otro, porque quizás dejar de lado a los olvidados es comenzar a
borrarse a sí mismos de su propia memoria Si bien los muertos ya no regresan de
forma física, sí lo hacen a partir de otro espacios y para ello se les elaboran
bellos altares con caminos de cempasúchitl para que no se pierdan, también
ricos alimentos ya que el aroma es lo que ellos degustarán, se les llega a
poner sus utensilios de trabajo, su bebida preferida como las cervezas, el
pulque o la tan popular coca cola, todo lo necesario para recibirlos como lo
que son, seres importantes.
El Dr. Gómez Arzapalo nos adentra a
la investigación que realizó en Oaxaca en 1997. Refiere una distinción entre
aquellos que han muerto de manera natural y los muertos de manera sorpresiva,
en donde entran los accidentados y asesinados, a quienes se les realizan
diferentes rituales que los ayude a encausarlos al otro mundo. En este apartado
señala el vínculo que hay entre enfermedad, salud y muerte. Las personas que
estuvieron alrededor de los fallecidos padecieron del susto, para recobrar su salud efectúan rituales específicos, por lo
tanto enfermedad y curación forman parte de un mundo cultural y social.
Para
terminar con la obra, el autor refiere que “el
muerto sigue perteneciendo a la sociedad, allá donde está sigue trabajando y
tiene hambre, por lo que debe ser alimentado, aunque su alimento pertenezca ya
al ámbito de lo etéreo: esencias, olores, sabores, tiene derecho a él, pues
trabaja junto con los vivos en el éxito del ciclo agrícola. En todo caso, es
una concepción que implica la noción de que sigue siendo necesario mantener un intercambio
social entre vivos y muertos”[vii],
pero muertos y vivos siguen participando en una matriz, más allá de las
concepciones de fatalidad o de desolación, por el contrario para las culturas
mesoamericanas esta relación no es fatídica sino de reciprocidad.
Finalmente en la segunda parte nos
muestra un recorrido visual a través de
la artesanía en el contexto de la fiesta de muertos en México, ésta es una
colección fotográfica extensa sobre las diversas formas de representación de la
muerte, ya sea en barro, yeso, alambre, azúcar glas, cartón, madera que con increíble
genialidad nos retratan la vida social de los mexicanos, pero sobre todo ese
sentido de desparpajo que se tiene sobre la muerte y quizás también de la vida.
De tal manera que la obra, ¡Vida, no te mueras! La muerte en México a través
de su artesanía festiva nos lleva de la mano para acercarnos al tema de la
muerte como un palimpsesto donde la imagen y la palabra cobran sentido, para
dejarnos en un estado momentáneo de sosiego, sabiendo que aún después de la
muerte hay vida.
[i]
GARIBAY, Ángel María, Poesía Náhuatl, 3 tomos, México,UNAM, 2000. Citado
en GOMEZ ARZAPALO DORANTES, Ramiro, ¡Vida, no te mueras! La muerte en México a través de su artesanía
festiva, Edisa, 2012.p. 14.
[ii] GOMEZ
ARZAPALO DORANTES, Ramiro, ¡Vida, no te mueras! La muerte en México a través de su artesanía
festiva, Edisa, 2012.p. 12.
[iii] GARCIA QUINTANA, María J, Los
Huehuetlatolli en el códice Florentino, IIH, UNAM, 1999, p.1, en http://www.ejournal.unam.mx/ecn/ecnahuatl31/ECN03106.pdf
[iv] MATOS MOCTEZUMA, Eduardo, Muerte a
filo de obsidiana. Los nahuas frente a la muerte, México, FCE, 2008. p.
149-150. Citado en GOMEZ ARZAPALO DORANTES, Ramiro, ¡Vida, no te mueras! La
muerte en México a través de su artesanía festiva, Edisa, 2012.
[v] GOMEZ
ARZAPALO DORANTES, Ramiro, ¡Vida, no te mueras! La muerte en México a través de su artesanía
festiva, Edisa, 2012.p. 39.